Las emociones son colecciones de respuestas químicas y neuronales que regulan el organismo para actuar frente a un fenómeno determinado. Se desencadenan de forma automática y son fundamentales para la supervivencia. Las principales áreas cerebrales involucradas en el procesamiento de emociones básicas son el sistema límbico y la corteza prefrontal.
Las emociones constan de cinco factores: expresión motora, componentes cognitivo, neurofisiológico, motivacional y experiencia subjetiva. Cada uno tiene funciones específicas y dependen de diferentes subsistemas del organismo.
La expresión motora, por ejemplo, se aprecia sobre todo en la actitud facial, ya que es uno de los medios primarios en los que se refleja la emoción. Su reconocimiento por parte de un agente externo cumple un papel fundamental en la interacción con los otros, ya que sirve como guía para el comportamiento social humano.
Por tanto, tenemos un mecanismo de valoración automática de los acontecimientos que llegan a nuestros sentidos. Si valoramos que el suceso nos afecta de alguna forma, entonces se activa la respuesta emocional.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el último año la población adulta con síntomas de depresión asciende a 15.4 por ciento, pero entre las mujeres alcanza 19.5. Asimismo, 19.3 por ciento de la gente mayor de 18 años vive con ansiedad severa; a la par, 31.3 la padece de manera leve. Por otro lado, 11.6 por ciento de los mexicanos tiene problemas de consumo de sustancias adictivas.
Respecto al ámbito laboral, 14.8 por ciento de la población económicamente activa perdió su trabajo o negocio en los últimos 12 meses. Además, la expectativa de no poder cubrir sus necesidades económicas al mes alcanza a 43.4 por ciento de los adultos en el país.
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LAS EMOCIONES MÁS COMUNES SON:
ENOJO
¿QUÉ ES?
Es una emoción que surge cuando enfrentamos una situación que consideramos que está "mal" o al sentirnos contrariados por palabras, acciones o actitudes de otras personas. Va desde una irritación leve hasta una emoción más intensa, como la furia o la ira.
Enojarse es una respuesta natural. Aunque no siempre controlamos nuestras reacciones, sí podemos enfocar nuestra mente para actuar de una mejor manera.
¿POR QUÉ NOS ENOJAMOS?
El enojo puede ser causado por: Factores internos: Recuerdos traumáticos, malos pensamientos, celos enfermizos; todo aquello que se atraviesa por nuestra mente y nos impide pensar con claridad. Factores externos Discusiones con otras personas, reclamos por lo que consideramos injusticias, enfrentar situaciones que salen de nuestro control.
¿CÓMO MANEJARLO?
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Identificar el problema
¿Qué me hace enojar?, ¿Qué es lo que siento y por qué?
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Autocontrol
Darse un momento para pensar cómo reaccionar, antes de hacerlo. ¿qué puedo hacer?
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Tomar una decisión
¿Cuál es la mejor opción?
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Revisar tu progreso
¿cómo lo hice?, ¿las cosas salieron como lo esperaba?
TRISTEZA
SU FUNCIÓN
Es una emoción que nos invita a la reflexión y nos obliga a detenernos y a prestar atención en algo que nos sucede. Cuando nos sentimos tristes nos replegamos sobre nosotros mismos, nos aislamos para iniciar el proceso de gestión de la emoción; generamos pensamientos alternativos sobre la situación traumática que nos ayudan a encajarla en nuestra vida e historia personal. Más adelante, se produce una reorganización de las conductas que emitimos para adaptarnos a la nueva realidad que nos toca vivir con nuestras pérdidas, desilusiones o fracasos. Por tanto, es una emoción útil, aunque dolorosa, puesto que es el punto de arranque del proceso de aceptación de una realidad que nos genera un daño. Asimismo, ayuda a aprender de los errores y a asimilar las pérdidas.
Puede darse en diferentes grados de intensidad. Desde un ligero malestar hasta un profundo dolor emocional. Su rango máximo iría de la calma (cuando no sentimos tristes) a la sintomatología depresiva.
¿CÓMO SE PRESENTA?
La tristeza puede manifestarse de múltiples formas y en diferentes niveles e intensidades. A nivel físico, puede presentar llanto, retardo psicomotor, modificaciones en las facciones faciales (rostro abatido), falta de apetito, problemas de sueño, sensación de nudo en la garganta, opresión, pesadez, pesadez en los hombros, sensación de vacío e incluso dolor.
¿CÓMO MANEJARLO?
Suelen emplearse distintos tipos de estrategias, unas positivas, como resolución de problemas o el intento voluntario de cambiar una situación estresante y la aceptación no juzgante de la experiencia emocional; y otras no recomendables, como suprimir la experiencia emocional, pretender no vivir la emoción que se despierta o evitar, deliberadamente, las emociones experimentadas.
Hablar con alguien de lo que a uno más le preocupa o le duele en su interior es algo que siempre se ha reconocido como positivo. Cuando el problema desencadenante es grave, quizá lo mejor sea ponerse en manos de un amigo o alguien que nos pueda ayudar a interpretar correctamente la situación, al tiempo que sepa ayudarnos a distanciarnos y nos proporcione apoyo emocional.
MIEDO
MANIFESTACIÓN Y EXPRESIÓN
El miedo se manifiesta en cuatro niveles:
Cognitivo: se transforma en pensamientos e imágenes negativas acerca del estímulo o situación temida; además, hay una interpretación que se hace al respecto.
Fisiológico: ocurren cambios corporales que originan sensaciones desagradables, como aceleración del ritmo cardiaco y la respiración, contracción muscular, temblor de piernas y manos, sudoración, bloqueos, tics, expresiones faciales como palidez del rostro y piloerección (se erizan los pelos de la piel).
Conductual: el miedo origina acciones hacia el estímulo o situación temida, como paralizarse, escapar o llorar.
Neuronal: el miedo comienza en una región del cerebro denominada amígdala, que forma parte del sistema límbico; éste es el encargado de regular las emociones y El miedo, una alarma mental para proteger la integridad funciones de conservación del individuo. La respuesta autónoma del miedo (la que no activamos de manera consciente) surge mucho antes de que nuestra razón decida algo al respecto.
REGULACIÓN
poner atención en cómo los pensamientos y conductas pueden influir en la emoción de miedo. Existen pensamientos detonadores que causan dolor emocional y sufrimiento; por tanto, es importante llevar a cabo estrategias que ayuden a controlarlos.
Igual se puede recurrir a una respiración diafragmática, también llamada profunda, que oxigena mejor la sangre, porque permite el acceso del aire a la parte inferior de los pulmones; este tipo de respiración ayuda a relajar la mente y el cuerpo.
¿POR QUÉ NOS GUSTA ASUSTARNOS?
Suelen emplearse distintos tipos de estrategias, unas positivas, como resolución de problemas o el intento voluntario de cambiar una situación estresante y la aceptación no juzgante de la experiencia emocional; y otras no recomendables, como suprimir la experiencia emocional, pretender no vivir la emoción que se despierta o evitar, deliberadamente, las emociones experimentadas.
Seis razones por las que amamos tener miedo:
- Estar asustado puede darte una exaltación emocionante.
- Estás aterrorizado, pero también estás a salvo.
- Te ayuda a prepararte para lo peor.
- El horror te enseña a sobrellevar.
- Te permite explorar tu propio lado oscuro.
- Te hace pensar que eres diferente a la víctima y, por lo tanto, es más probable que sobrevivas.
ALEGRÍA
¿PARA QUÉ SIRVE?
La alegría tiene varias funciones principales: adaptativa, social, motivacional, psicológica y como un valor.
Función adaptativa: Consiste en que suele acercar a la persona al suceso que la ocasiona, a diferencia de las emociones que la activan para alejarse del acontecimiento. Con ello la gente alegre experimenta gran tranquilidad, que le provoca disfrute de su situación y le permite interactuar exitosamente con otras personas, al aumentar su empatía y la realización de actividades altruistas en la comunidad a la que pertenece, creando un ambiente favorable donde vivir.
Función social: Comunica a las personas que nos rodean información relevante acerca del sentido de nuestras posibles acciones, y con ello facilita la interacción con los demás de forma agradable. Por ejemplo, mejora el desempeño y rendimiento, tanto a nivel académico como laboral.
Función motivacional: La alegría nos permite acercarnos más a una meta satisfactoria, y aumenta el optimismo que se crea ante cualquier situación que se nos pueda presentar en la vida diaria. Estar alegres mejora la productividad de las personas.
Función psicológica: Estar alegres nos ayuda a regular el estrés. Se ha comprobado que reírnos hace que segreguemos hormonas (adrenalina, endorfinas) encargadas de reducir el estrés. Estar felices nos ayuda a tener mejor opinión sobre nosotros mismos; esto es, aumenta la autoestima y a tener mejor disposición para afrontar los problemas. Nos da mayor fortaleza a la hora de tener que hacer frente a las dificultades.
MOMENTO DE PRESTAR ATENCIÓN
La alegría puede tomar muchas formas, desde una felicidad serena y silenciosa hasta una explosión ruidosa de júbilo. Así, según el estímulo al cual se responda, podemos experimentar alegrías más intensas o más controlables que, dependiendo de ello (y también de nuestra personalidad), podremos manifestar de un modo socialmente convencional o no.
Cuando la alegría se torna en un estado de euforia incontrolable y persistente ya no se considera alegría, sino un síntoma de una manía o hipermanía.
Asimismo, la alegría no debe confundirse con la felicidad; ésta supone un estado de satisfacción más duradero y más vinculado con la evaluación racional de la propia vida y el desempeño personal.
MÚSICA RECOMENDADA
Por último recomendamos algunas piezas musicales que por su ritmo y mensaje nos provocan alegría.